Por César Alonso
Hay que poner atención a los pequeños detalles e hilvanar con acuciosidad la cadena de eventos para poder entender muchas cosas.
El extremista ‘grita, hace pataletas y monta su show’ para que lo vean como un gran opositor de línea dura que es inquebrantable en sus posiciones y que es incapaz de claudicar.
La realidad es que el extremismo aparte de que dentro de él se esconden los provocadores e infiltrados favorece al gobierno. Son sus aliados por ser torpes y obcecados pero también hay quienes juegan con el gobierno «cuadro cerrado» y son prepagos de tarifas mínimas.
Debemos luchar contra el cortoplacismo, luchar contra el todo o nada. Reconstruir los partidos porque sin partidos no hay democracia, entender la realidad que vivimos y saber que el peor error que podemos cometer es seguir escuchando los cantos de sirena de la antipolítica.