En las últimas horas, Washington ha contraprogramado las semanas de negociación en torno a la propuesta argelina con una alternativa de cese temporal de las hostilidades que, pese a formularse por primera vez como alto el fuego —esa es la única novedad—, lo hace con tantos matices para no enfadar a Israel, contrario a interrumpir su ofensiva sobre Gaza, que fuentes diplomáticas consideran que representa poco más que un disimulado brindis al sol.
El borrador estadounidense, en fase de negociación, “apoya un alto el fuego temporal en Gaza tan pronto como sea factible, basado en la fórmula de la liberación de todos los rehenes y [en] que se levanten todas las barreras a la prestación de ayuda humanitaria a gran escala”. Es cierto que el concepto “alto el fuego” aparece por primera vez en un texto de EE UU presentado al Consejo de Seguridad, pero las condiciones materiales para su aplicación parecen lejos de sustanciarse. Según la delegación estadounidense en la ONU, el borrador recoge el término utilizado por el presidente Joe Biden la semana pasada en una conversación telefónica con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
El borrador de EE UU rechaza también una ofensiva terrestre sobre Rafah, territorio del sur de Gaza que concentra a más de un millón de palestinos, como ya hiciera la semana pasada Biden, dado que “en las circunstancias actuales una ofensiva terrestre de envergadura provocaría más daños a los civiles y más desplazamientos, incluso potencialmente a los países vecinos, lo que tendría graves consecuencias para la paz y la seguridad regionales”. La propuesta subraya que, por su envergadura, dicha ofensiva terrestre no debería llevarse a cabo “en las circunstancias actuales”, cuando decenas de miles de palestinos desplazados del norte de la Franja se agolpan en esa localidad, fronteriza con Egipto.
La posición estadounidense es bastante parecida al escenario anterior a esta propuesta: EE.UU. continúa oponiéndose, como Israel, a cualquier intento de alto el fuego formal porque, aducen los dos aliados, eso daría tiempo a Hamás para reconstruirse tras cuatro meses de guerra. Es la cuarta vez que EE UU impide que el Consejo pida un alto el fuego, porque también vetó una enmienda presentada el 22 de diciembre por Rusia con ese propósito (en total, ha ejercido tres vetos a sendos proyectos de resolución y otro a una enmienda, que fue rechazada gracias a su veto).
El 22 de diciembre, el Consejo aprobó una resolución de ayuda a Gaza descafeinada por las presiones de EE UU. La permanente amenaza del veto de Washington rebajó entonces las exigencias iniciales de cese de las hostilidades a “medidas necesarias para permitir la ayuda” humanitaria. Ese mismo mes, y ante el bloqueo del Consejo por el veto de EE UU, la Asamblea General aprobó por amplia mayoría una resolución de alto el fuego, a diferencia de las del Consejo, sin carácter vinculante.
La contrapropuesta de Washington de alto el fuego o, más claramente, cese temporal de las hostilidades fue saludada con alharacas por los principales medios estadounidenses, aunque enseguida rebajaron el tono de la información añadiendo que la oferta está condicionada a un sinfín de imperativos sobre el terreno, derivados de la determinación de Israel de combatir a Hamás hasta su último aliento y de las negociaciones diplomáticas a cuatro bandas con Egipto y Qatar.
Prueba de la más que relativa disposición de Washington a apoyar el alto el fuego en Gaza son las presiones que en las horas previas a la votación de este martes ha ejercido ante el resto de miembros del Consejo de Seguridad, máximo órgano ejecutivo de la ONU, el encargado de velar por la paz y la seguridad mundiales. La representación de EE.UU. ante la ONU pidió a los miembros del Consejo que se abstuvieran en la votación de la propuesta de Argelia cuando tuvo constancia del amplio refrendo al texto de los 10 miembros no permanentes, el grupo conocido como E10, a los que a la hora de la votación se sumaron Francia, Rusia y China, tres de los cinco permanentes. Según las reglas del Consejo, se necesitan al menos nueve votos positivos para forzar un veto.
El argumento de Washington es que el proyecto de resolución de Argelia da a Hamás una alternativa al acuerdo que Washington está negociando con la ayuda de Qatar y Egipto. La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, señaló el sábado que su país vetaría el proyecto de resolución por temor a que pudiera poner en peligro las conversaciones entre Estados Unidos, Egipto, Israel y Qatar, que pretenden negociar una pausa en la guerra y la liberación de los rehenes retenidos por Hamás en Gaza.
“Cualquier medida que adopte el Consejo en este momento debe ayudar, no entorpecer, a estas delicadas negociaciones en curso. Y creemos que la resolución que tenemos sobre la mesa [la presentada por Argelia] afectaría negativamente a esas negociaciones”, ha dicho Thomas-Greenfield al Consejo este martes antes de la votación. “Exigir un alto el fuego inmediato e incondicional sin un acuerdo que obligue a Hamás a liberar a los rehenes no conducirá a una paz duradera. Por el contrario, podría prolongar los enfrentamientos entre Hamás e Israel”, añadió la diplomática.
Varios diplomáticos con asiento en el Consejo de Seguridad afirman en privado que la devastadora situación humanitaria y de derechos humanos en Gaza les está afectando emocionalmente al ver cómo Israel preanuncia sus ofensivas —como la de Rafah— y luego las lleva a cabo mientras el órgano encargado de mantener la paz y la seguridad internacionales se ve impedido de actuar y alinearse con la opinión mundial, representada por la mayoría de la ONU. Tras la votación, el embajador de Argelia ante la ONU, principal y paciente artífice de la resolución, planteó así el desaliento: “Todos los que obstaculizan estos llamamientos [a un alto el fuego] deben revisar sus políticas y sus cálculos, porque las decisiones equivocadas de hoy tendrán un coste para nuestra región y nuestro mundo mañana. Y este coste será la violencia y la inestabilidad. Así que pregúntense, hagan examen de conciencia: ¿qué efecto tendrán sus decisiones de hoy? ¿Cómo va a juzgarles la historia?”.
EE UU ya avisó la semana pasada de que vetaría el texto argelino, apoyado por todo el sur global. Así que, para no quedar en evidencia de nuevo ante la comunidad internacional con la imagen de la embajadora Thomas-Greenfield levantando el brazo en señal de veto, ha planteado su propia propuesta, aún en fase temprana de elaboración y que en principio no está previsto que se presente a votación este martes. Según la embajadora Thomas-Greenfield, las prisas son contraproducentes en una negociación semejante.