“Cuando alguno de nosotros está muy enfermo, necesita ayuda urgente y no tiene la posibilidad, hacemos potes para juntar dinero y poder ayudarlo”, aseguró Emilio, un trabajador jubilado que durante la protesta por exigencias salariales de este jueves, 9 de noviembre, lamentó que los trabajadores jubilados y pensionados deban sobrevivir por ayuda colectiva y familiares.
Al cumplir 601 días sin aumento salarial, trabajadores de distintos sectores públicos se concentraron frente a la plaza de Parque Carabobo. En su mayoría, los asistentes eran jubilados y pensionados que aseguran que su situación se torna cada vez más precaria.
Es por eso que, para poder ayudarse mutuamente, todas las semanas, un grupo de adultos mayores se reúnen en la plaza de La Moneda para conversar sobre sus realidades y hablar sobre las distintas necesidades.
“Yo soy diabética y no puedo tomar de manera regular mis medicamentos. De paso ya viene diciembre. Dime tú: ¿Qué es lo que se va a poder comprar con 130 bolívares?”, reclamó Lidia González, una trabajadora pensionada.
601 días sin aumento
La protesta de trabajadores públicos, jubilados y pensionados, tras 601 días sin aumento salarial, tenía como objetivo llegar hasta la sede del Ministerio de Trabajo, ubicada en Plaza Caracas. Sin embargo, solo pudo llegar hasta la esquina El Chorro, frente al Ministerio de Ciencia y Tecnología, en donde un despliegue policial impidió el paso hasta el lugar pautado.
En el lugar, Raquel Figueroa, dirigente sindical del sector educativo e integrante de Comité Nacional de Trabajadores en Lucha, leyó los distintos puntos de la carta.
Además de reclamar por el salario, que no se incrementa desde el 15 de marzo de 2022, los trabajadores manifestaron su preocupación por la inflación que ha originado que el ingreso mensual de los empleados públicos sea de 3,69 dólares mensuales.
“Esta política antilaboral ha sido diseñada para depositar todo el peso de la crisis económica en las espaldas de la clase obrera y de los trabajadores en general”, denunciaron en el pliego que fue recibido por un funcionario del Ministerio de Trabajo.
Por otra parte, Pedro García, presidente de la Asociación de trabajadores jubilados y pensionados de Caracas, denunció que un grupo de aproximadamente 40 trabajadores del estado Carabobo fueron recibidos por un grupo policial en horas de la mañana.
“Les dijeron que no podían venir a Caracas y los echaron para atrás”, explicó.
Vivir con 130 bolívares
“Lo único que me falta por vender, es mi casa”, dice un trabajador jubilado quien cuenta que ha tenido que vender distintos electrodomésticos y objetos personales para poder adquirir comida y alimentos.
Sostiene que, gracias a su hijo, puede comprar algunas cosas de primera necesidad. Pero, su situación se ha vuelto más complicada debido a que debido a la pandemia por COVID – 19, el negocio de su hijo quebró.
“Ahora me ha tocado a mí ayudarlo a él. Cuando no tengo, le pido ayuda a mis mismos compañeros que también son jubilados y pensionados”, resalta.
A sus 77 años, el extrabajador de Ipostel lamenta no poder mantenerse a sí mismo y tener que recurrir a la ayuda de otros. “Esta no era la idea de vejez que yo tenía, pero seguiremos luchando para que todo cambie”, insistió.
Vivir de la familia
“No es justo que yo tenga que vivir de la ayuda que me da mi hija”, dijo Lidia González, una trabajadora pensionada.
Asegura que su hija tuvo que irse del país en el año 2015 para poder mantenerlas a ambas.
“Por eso voy a cada protesta, porque no me parece justo que mi hija haya tenido que irse de Venezuela por eso. Lo justo sería tener lo de uno y más después de dedicar 30 años de servicio”, sostuvo.
Afirma que la ayuda que recibe no siempre le alcanza, pero hace lo posible por “estirar el dinero” lo más que puede y hacerlo rendir para la compra de medicinas y necesidades diarias.
“No consigo trabajo por mi edad, por eso aunque no me alcance, lo administro lo mejor que puedo”, dijo la mujer de 67 años.
Obligados a trabajar
“Aunque ya tengo la edad (70 años), no pido mi jubilación porque sé que al hacerlo, voy a perder el beneficio de los cesta tickets. No puedo perder eso”, expresó una trabajadora del área de mantenimiento de la Universidad Simón Bolívar.
Asevera que no recibe ayuda de familiares, pero lo que percibe le alcanza para comprar algunos productos de la cesta básica que, según el reporte del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas – FVM) de julio, tiene un valor de $502,27.
“Para mi resulta de ayuda cuando llega la bolsa, pero en mi sector no ha llegado desde hace dos meses”, cuenta.
Ratifica que a su edad lo ideal sería jubilarse, pero el saber que vivirá de 130 bolívares mensuales, la llena de mortificación.
Acabar con las tradiciones
“Debo decirle a mi hijo que no podré continuar con la tradición del niño Jesús porque no me alcanza”, dice una trabajadora del sector de salud quien asistió a la protesta vestida como El Grinch, famoso personaje conocido por “odiar la navidad”.
Así como el Grinch odia la navidad, asegura que el Gobierno “odia“ a los trabajadores públicos venezolanos quienes reciben uno de los sueldos más bajos del mundo.
“Lo que recibimos no nos alcanza para el día a día. Soy una profesional y con lo que gano, no me puedo mantener ni a mi ni a mi familia. Con los 600 bolívares que recibí de aguinaldo lo menos que tendré es una navidad feliz”, lamentó.